En una escuela japonesa, una robot anda ya impartiendo clases. Responde al nombre de Saya, y es el resultado de quince años de investigación y pruebas en el desempeño de otros trabajos, como el de recepcionista -en la imagen-, algo que Saya llevó a cabo sin problemas por lo que sus diseñadores han decidido, de acuerdo con el gobierno nipón, llevar su creación todavía más lejos y la robot es ahora maestra de una escuela primaria de Tokio.
Más allá de su apariencia de maniquí, Saya domina varios idiomas, es capaz de organizar gran cantidad de tareas programadas y, como cualquier maestro que se precie, mostrar su enfado cuando los alumnos no se comportan como es debido en un amplio surtido de expresiones faciales -no sólo de reprobación-.
Este robot, así como otros de su generación, han sido diseñados para comercializarlos entre empresas que deseen reducir costes y es sólo un ejemplo de la determinación de Japón de poner un robot por hogar antes del año 2015 para lo que ha invertido gran cantidad de dinero y recursos. Actualmente, los más vendidos son los empleados para ejercer de recepcionistas y secretarias.
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